Querida lectora
Hablaba hace no mucho Manu Ortiz en su newsletter (si no estáis suscritas, ya estáis tardando) del aislamiento que nos autoimponemos a veces cuando sentimos que no estamos en nuestro mejor momento. EscribÃa Manu, con toda la razón del mundo, lo siguiente:
Ese refugio al que acudimos cuando sentimos que molestamos, cuando la vida nos da un golpe y nos sobrepasa, cuando no sabemos muy bien cómo reaccionar ante las adversidades y solo podemos esperar que pasen de largo.
He estado ahÃ. Sé cómo es. Al principio parece divertido. Te saltas unos pocos planes, dejas de responder unos cuantos mensajes, y aprovechas tu tiempo para ver esa serie que tenÃas pendiente, para jugar un par de juegos que te compraste en una oferta o para leer ese libro que lleva dando vueltas por tu mesilla de noche varios meses. Incluso puede que pienses que estás aprovechando mucho mejor tu tiempo, que esto era lo que necesitabas.
En ese momento, cuando leà la publicación, me sentà perfectamente representada, porque estaba pasando por un momento parecido. No me sentÃa yo muchas veces, me veÃa sobrepasada por el trabajo, por mis circunstancias, por mi falta de tiempo. Me refugiaba en lo cansada que llegaba de trabajar, en lo agotada que me encontraba siempre, en todas las cosas que tenÃa que organizar en casa para quedarme encerrada en mà misma y para no salir de un refugio (de un aislamiento) que yo misma me habÃa autoimpuesto.
Dejé de estar presente para un montón de parcelas de mi vida. Dejé de lado parcialmente mis amistades, tanto en el mundo real (que, por cierto, odio esa expresión, como si el mundo de las redes sociales no fuera real) como en el digital; perdà contacto con muchas cosas. No respondÃa a mensajes (todavÃa no respondo mucho, PERDÓN, estoy en ello); dejé de lado proyectos que me hacÃan ilusión.
¿Realmente era la falta de tiempo la que me hacÃa estar asÃ? ¿Realmente era la necesidad de reencontrarme a mà misma y de darme más espacio a mÃ? Cabe destacar que no creo que lo consiguiera, o no del todo. Pero sà que es cierto que cuando entré, sin querer, en ese aislamiento autoimpuesto no me sentÃa tan yo misma; cabe destacar, también, que cuando he conseguido salir de él era porque tampoco me sentÃa yo misma.
Comentaba Manu que él salió de ahà gracias a una amiga y una conversación en una barra de bar. Yo, quizá, salà de ahà (o he empezado a salir, más bien) gracias a echar de menos a mis amigos y, en parte, a esa newsletter de Manu que me gritó que espabilara, que estaba perdiéndome a mi gente y que también me estaba perdiendo a mà misma por el camino.
Pensaba yo, en mi inocencia, que este pequeño aislamiento autoimpuesto me iba a servir para coger aire y tener fuerza para todo lo demás que me tuviera que venir. Qué equivocada estaba. Porque, amiga, quienes me dan fuerza y me dan aire y que ayudan a seguir no son el silencio y la soledad; es la gente que me rodea. Es el estar presente.
Claro que eso de estar presente es muy relativo; se puede estar presente de muchas formas: enterándote de novedades y de chismes de tu alrededor, tanto virtual como fÃsico; metiéndote en el embolao de hacer una newsletter que sabes que va a leer poquita gente pero que te hace feliz porque tienes esa necesidad de sacarte cosas de dentro, aunque sea gritando al vacÃo; o también yendo a saraos aunque estés agotada o llenarte de planes durante todos los fines de semana de verano única y exclusivamente porque echas de menos a tus amigues y te das cuenta de que sin elles no eres la misma persona.
Hay muchas formas de estar presente y de coger aire, tantas como personas. Y yo, este verano, he decidido que iba a ser lo que iba a hacer: estar presente. Estar para mi gente. Salir de mi aislamiento y del caparazón que me habÃa creado a mi alrededor pensando que eso me iba a dar fuerza cuando lo que ha hecho ha sido drenarme todavÃa más. Asà que he decidido ir a saraos, enterarme y participar de lo que el algoritmo tenga a bien enseñarme; viajar con mi pareja para encontrarnos con nuestres amigues en una casa rural o en un parque de atracciones; involucrarme; disfrutar de que dos amigas se casan este año con un mes de diferencia; cenar con mis amigues; decirles que les quiero y que les echo de menos y que agradezco que estén en mi vida; retrasar dos horas nuestra llegada a casa antes de un madrugón infernal solo por poder ver a una pareja de amigues que viven a tres horas de distancia y que acaban de tener su primer hijo (sÃ, amiga; ya estamos en esa época de la vida) y asà poder compartir pequeños ratitos con elles bebiendo horchata.
Si tú, amiga lectora, estás como yo y te estás dando cuenta de que estás encerrada en ti misma cuando en realidad lo único que necesitas es salir de tu pequeña jaula particular y coger aire, hazlo.
🌸 Y ahora, en otras cosillas de este culo inquieto, te cuento:
Me terminé hace poquito ‘Assassin’s Apprentice’ y he de decirte que me ha gustado mucho, aunque es mucho más chill y reflexivo, además de polÃtico, de lo que yo pensaba. Al final, cuando te acostumbras a cierto tipo de fantasÃa, esperas que todo lo que tenga el mismo corte sea igual, pero no tiene por qué serlo. Me he encontrado, sin embargo, con **un libro en el que aparentemente no pasa nada pero pasan muchÃsimas cosas** y me ha dejado con ganas de más. Tengo la segunda y la tercera parte en la estanterÃa esperando que pueda pillarlos por banda y créeme, no tardaré mucho
Ahora mismo estoy con ‘El lamento de la sirena’ y déjame decirte que me está encantando. Me está dando todo lo que necesito; además, ha sido otra forma de estar presente: después de años sin unirme a una, decidà meterme en una lectura conjunta que, de verdad, me está dando la vida.
Como no puedo estarme quieta (quizá el nombre de esta *newsletter* no te habÃa dado suficientes pistas) decidà empezarme ‘The love hypothesis’ movida por todo el barullo que habÃa en booktok y en bookstagram sobre esta novela y me estoy sorprendiendo a mà misma de lo que estoy disfrutando de ella. ¿Será esta historia la que me reconcilie con las recomendaciones de booktok? Quién sabe.
Y recuerda, amiga
No hay otra forma de coger aire que salir al exterior.
Lo de que es la gente y nuestres amigues quienes nos dan fuerza... amén. Nada como volver a casa como borracho de energÃa y de buen rollo después de ver a alguien a quien quieres mucho. A lo mejor cuando acabe el verano se hace más difÃcil ver a gente y reconectar tanto, asà que aprovechemos para cansarnos y emborracharnos de nuestra gente <3